De que fue menos de lo que esperaba
quedé no más preocupado que enlodé mi alba,
está roto el lápiz, quebrada que bajaba
desde el pico hasta la pista, ésta de aterrizar,
y mientras en el palabreo, piel poseída a erizar
de modo que no es mucho, sólo lo suficiente magistral...
para solo todo ésto lograr.
Pendiente de cualquier forma de vida por encontrar,
hallo la manera de seguir formando parte de éste...
eso llamado planeta, miembro del sístema solar,
no sabiendo si toparse con otro ente...
nos dé respuestas en el constante él transitar,
mi espalda duele, mis huesos pendientes...
de ésta fría tarde juniana de lluvias y ganas,
necesitaría de gruas de no ser por el arquitecto original.
Aquel providencial, aquella divina presencia,
que nos presiona hacia la excelencia y proporciona ciencia,
cuya suprema inteligencia nos índica hacia dónde andar,
y lo que debemos emprender con el zalear,
que aún en puerto con flete luego de la mar,
no sé si noce tanto como debería, tampoco entendería...
si conozco lo suficiente para pedirle que perciba.
Distancia que mido contigo a lo lejos de ésta...
tierra llamada Venezuela, hasta nuevo aviso, vieja escuela,
secuela de un almanaque juliano o calendario gregoriano,
y sigo cantando o contando los espacios entre espesos...
caras de especias y rostros demacrados demarcando,
que, sino, todos los desperdicios de éste desierto desecho,
cual cosis indiferente de un disimil remoquete,
apelativo calificativo del alias que no admitiste...
colocarte un instante que conmigo estuviste, ¿Sentiste?
miércoles, 30 de junio de 2010
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