lunes, 19 de octubre de 2009

Te pertenezco y sos bien mio

¿Sabes? Yo sería supremamente feliz si súbitamente tus brazos rodearan mi torso, si me dejaras prepararte pollo al horno, si sonara el teléfono de repente, entonces, tu voz sólo pronunciara: te extraño, la mañana siguiente de una velada entre frutos de verano, si al instante en que llegas a mi habitación, sin murmullo, atisbo de ruido, ni uso de visión descifro que te acercas con el puro perfume de las células que componen tu piel tersa, suelto un suspiro, mi respiración se inquieta, me dices: eres mio, mi corazón tiene tantas respuestas que desvarío, y, mi boca no suelta prenda, lágrimas corren por entre mis iluminados párpados que cuentan lo deseosos que están de entender aquello que hay en tus ojos, no comprende mi intelecto si esto es realidad o sueño, no capta mi sexto sentido si es pasión o amorío, no debería ser tan complejo, su razón de ser: eres mi dueño, no podría pretender otra cosa, te pertenezco y sos bien mio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario